
En la mayoría de los casos, los cirujanos deben abrir al paciente para obtener un pedazo de hueso, luego lo vuelven a abrir para colocar el injerto en su nuevo hogar. Por otro lado, podrían utilizar hueso de un cadáver, el cual podría conllevar un pequeño riesgo de enfermedad.
Algunos jóvenes científicos creen que tienen una mejor solución.
¿Qué pasaría si diseñamos un hueso humano personalizado en un laboratorio, cultivado en cuestión de semanas de las propias células del paciente? Eso reduciría el riesgo de infección y el temor de que el cuerpo de un paciente pueda rechazar el trasplante.
Esa es la visión detrás de EpiBone, un incipiente emprendimiento de medicina que busca revolucionar la cirugía ósea.
"Lo que estamos haciendo es interesante, porque aquí es donde se encuentran la realidad y la ciencia ficción", dice la directora ejecutiva de EpiBone, Nina Tandon, quien a principios del 2013 fundó la compañía con sede en Nueva York en conjunto con Sarindr Bhumiratana. EpiBone afirma ser la primera compañía del mundo en cultivar huesos humanos vivos para la reconstrucción del esqueleto.
Su emprendimiento se une al creciente campo de la medicina regenerativa, la cual emplea este tipo de nuevas tecnologías de bioimpresión 3D para producir tejidos y huesos vivos. A pesar de algunas preocupaciones éticas, varias compañías incluso esperan diseñar órganos humanos complejos —adecuados para trasplantes— dentro de una década o dos.
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El proceso de EpiBone, el cual aún debe ser probado en seres humanos, funciona así:
Los científicos de EpiBone toman una tomografía computarizada para medir la forma exacta y el tamaño del injerto óseo que se necesitará.
Eso crea un modelo digital 3D, el cual ayuda a una impresora 3D a producir un andamio, o molde, para albergar el nuevo hueso.
El siguiente paso es extraer células madre adultas a partir de una muestra de grasa del paciente. Las células madre son colocadas en el andamio y luego en un biorreactor —un tipo de incubadora— donde se regeneran como una pieza personalizada de hueso. Todo este proceso toma alrededor de tres semanas.
Hasta el momento, EpiBone solo ha probado su proceso en cerdos. Tandon espera comenzar los ensayos clínicos en seres humanos en los próximos años y llevar la tecnología patentada de su emprendimiento al mercado dentro de ocho años.
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